Desde hace más de cinco años, nuestro equipo en South Plug se dedica a apoyar y difundir a artistas y creadores latinoamericanos de la escena musical electrónica. Lo que comenzó como un proyecto autosustentado, con el objetivo de desarrollar material audiovisual de alta calidad para músicos electrónicos en Chile, se transformó en una plataforma multidimensional, que busca profesionalizar y promover a todos aquellos involucrados en la diversificación y enriquecimiento de la cultura electrónica. Eso nos ha permitido conectar artistas de distintos rincones del mundo, y abrir oportunidades de trabajo para músicos emergentes y consolidados.
Durante este tiempo, hemos logrado articular el punto de partida y el objetivo principal de South Plug: promover la representatividad de las minorías en la cultura electrónica, especialmente de los músicos y productores latinoamericanos que, muchas veces por falta de recursos y/o información, son subestimados en la escena global, lo cual tiene varias implicancias que abordaremos más adelante, en este artículo.
Una de ellas tiene que ver con los múltiples intentos de definir a la música electrónica latinoamericana como un subgénero común dentro de la música electrónica, lo cual hemos descubierto -sin mucha sorpresa- que no es posible. La diversidad que abarca América Latina es inmensa: cada país tiene diferentes antecedentes y mezclas culturales. Hay, sin embargo, varios subgéneros en la música electrónica que nacieron en América Latina como resultado de esta diversidad, y que ofrecen una tremenda oportunidad para la industria, no sólo en términos de un enriquecimiento de la escena, sino también con respecto a un enorme mercado que no necesariamente ha sido explorado tan a fondo como, por ejemplo, el europeo.
Con este artículo esperamos dar al lector una idea de esta diversidad, algunos ejemplos de los subgéneros más destacados nacidos en la región, junto con las enormes oportunidades que el área latinoamericana plantea. Para comenzar, aclaremos algunos de los conceptos principales que serán tratados en los siguientes apartados.
¿Qué es representatividad?
Para proponer una comprensión común de lo que es la representatividad, tomamos la idea de la representatividad mediática como un elemento poderoso en la definición de nuestras acciones como sociedad, debido a que hoy en día la mayor parte de nuestro proceso de representación simbólica ocurre en los medios de comunicación. Este fenómeno alimenta el imaginario individual y colectivo, que se refiere a la forma en que percibimos, entendemos y sentimos quiénes somos, nuestra historia colectiva y las prácticas sociales, que son la base de la sociedad. De este modo, cuando hablamos de representatividad, nos referimos al grado en que un determinado grupo, sector o fenómeno es representado en los medios de comunicación, lo que conduce a su comprensión -en nuestro imaginario colectivo- de una determinada manera.
Ahora que hemos aclarado a qué nos referimos cuando hablamos de representatividad, podemos abordar la cuestión principal que subyace a nuestro propósito. ¿Es importante que exista diversidad en la representatividad mediática? Varias investigaciones han demostrado que sí, siendo su principal -y lógico- argumento que la sociedad es, en sí misma, diversa. De este modo, una representatividad no diversa de la sociedad, conduce a una representación errónea de la realidad, o incluso a una “aniquilación simbólica” que resulta especialmente devastadora para las comunidades marginadas, como hemos podido comprobar que ha ocurrido durante décadas con determinadas etnias, grupos socioeconómicos, minorías de género y sexuales, o sectores políticos.
La industria musical, como cualquier otra industria global, se nutre y a la vez es alimentada por los medios de comunicación, que difunden y posicionan determinados géneros musicales, artistas y colectivos en nuestro imaginario común. Según el último informe IMS (International Music Summit), la música electrónica es uno de los géneros musicales más escuchados en los últimos años, generando alrededor de 1.300 millones de dólares al año. Esto supone tanto una oportunidad como una responsabilidad para los medios de comunicación. Mostrar la diversidad que existe en la escena permite no sólo que la cultura electrónica crezca y se enriquezca con dicha diversidad, sino que también da oportunidades de trabajo y desarrollo a artistas procedentes de grupos minoritarios.
Este es nuestro punto de partida y la necesidad desde la que operamos. Como plataforma mediática multidimensional, el propósito de South Plug es generar más y mejores contenidos sobre y para los artistas latinoamericanos de la escena.
Una representatividad no diversa de la sociedad, conduce a una representación errónea de la realidad, o incluso a una “aniquilación simbólica” que resulta especialmente devastadora para las comunidades marginadas
Latinoamérica en la escena electrónica
Repasemos algunos datos. En el último par de años han sido muchos los DJs y productores latinoamericanos que han entrado en algunos de los festivales y listas musicales más importantes del mundo. Sin embargo, cuando se trata de medios globales, la región sigue teniendo poca representación. Por ejemplo, en 2021, la revista Mixmag destacó los 174 mejores álbumes del año, de los cuales sólo 4 eran de artistas latinoamericanos (lo que supone aproximadamente un 2%). Algo similar ocurre al mirar Bandcamp Daily, que solo incluyó a un artista latinoamericano (de un total de 39) en su lista de mejor música electrónica en los años 2019, 2020, 2021. En la misma revista, los mejores lanzamientos electrónicos del año incluyeron 12 lanzamientos, de los cuales 1 pertenece a un artista latinoamericano. Los 100 mejores DJs de DJMag en 2021 incluían un 6% de DJs latinoamericanos, porcentaje que creció en 2022 al 9%, lo cual es un logro, pero sigue siendo un número muy bajo si se compara, por ejemplo, con Holanda, que alcanza un sólido 23%.
Ahora que hemos visto algunas cifras, podemos pasar a pensar acerca de qué significa realmente aumentar la representatividad de la música electrónica latinoamericana. Para hacerlo, ¿basta con aumentar su presencia en los medios? ¿Existe alguna manera de encapsular el sonido de Latino América?
Como vimos anteriormente, uno de los efectos de la falta de representatividad, es que el público comienza a desarrollar una noción generalizada, por lo general estereotipada y errada de lo que en verdad se intenta representar. Es por eso que el trabajo por rescatar las características e identidad específica de cada cosa, persona o lugar, se vuelve imperante.
Un ejemplo claro de la falta de representatividad se puede ver en el cine o televisión, cuando se utilizan estereotipos para representar personajes con características particulares. Por ejemplo, la mujer ama de casa, el latino que limpia, el asiático experto en computación, y así podemos encontrar muchos.
Sello latino
A nivel global se ha construido una identidad latina, como un todo, que intenta reunir en una sola personalidad a países y culturas diferentes. Esto no resulta extraño cuando se tiene en cuenta la historia y civilizaciones que la componen, con un común denominador de lucha y paradigmas compartidos, la adaptación a la globalidad y los desafíos que esta trae.
Podríamos hablar del idioma como factor unificador, pero produciría la exclusión de Brasil, además de todos los pueblos originarios y más de 400 lenguas de la región.
Luego tenemos que entender que América Latina surge de la mezcla e interacción de diversas culturas (históricamente dominadoras y dominadas), de la diversidad dada por los pueblos originarios (pre Latinos), de la búsqueda por resignificar lo que somos, sin desmentir lo que nos ha tocado vivir, lo que posibilita y da pié para lo nuevo e inédito, sin olvidar o dejar de lado lo local y autóctono. Al contrario, se vuelve un lugar al que se acude para buscar respuestas, inspiración, entendimiento y sentimiento de pertenencia.
El resultado de todo esto, es una cultura que no es africana, asiática, india o europea, tampoco la suma de todos estos. Es más bien una civilización producto de la mezcla cultural dada por la colonización, la dependencia e independencia y que toma una posición clara en la globalización. La cultura y costumbres que vemos hoy, son el resultado del compromiso de las personas y entidades por cuidar y no dejar morir lo propio y auténtico. Culturalmente, Latinoamérica representa un ejemplo de determinación, de amor y respeto, ofreciendo en sus manifestaciones artísticas un aporte al mundo moderno y homogeneizado, al diálogo abierto y posibilidad de interacción entre naciones y culturas diferentes.
Llevando esto a la cultura electrónica, a lo largo de la historia, la música en latinoamérica fue encontrando su propio camino en cada nación, influida por los acontecimientos ya mencionados y el bagaje que trae la procedencia. Generando un sonido propio en cada zona, lo que a su vez ya viene definido por la mezcla de ritmos, tanto locales (indígenas) como extranjeros (ibérica, subsahariana, europea, árabe y del asia oriental).
No es la intención de este artículo hacer un recorrido por la historia de la música electrónica en la región (donde habría que destacar a grandes artistas que dan inicio a la corriente local a partir de los ‘50), pero sí es importante mencionar que, si bien existen artistas que han alcanzado fama mundial, sobre todo a partir de los ‘90, eso no constituye necesariamente el sonido latino. Muchas veces se recurre al sampleo y otros recursos que si bien tienen elementos ltinos, no responden a un sonido local, ya que sigue ocupando gran parte de la lógica que venía de Alemania y Estados Unidos principalmente. No por eso se puede desmerecer su labor, trabajo y la forma en que fueron abriendo camino, pero es importante diferenciar lo que es el sonido latino de lo que es el sampling de elementos latinos.
El sello latino en la electrónica se da como un resultado entre la llegada de estilos como el synth pop, electro pop, house, techno, minimal y otros provenientes de Europa y Estados Unidos, que fueron interactuando con lo local, generando una mezcla nueva de sonidos. Esta mezcla sigue destacando por su ritmo característico, y porque integra elementos de géneros propios de la región junto con el folklore.
Latinoamérica representa un ejemplo de determinación, de amor y respeto, ofreciendo en sus manifestaciones artísticas un aporte al mundo moderno y homogeneizado, al diálogo abierto y posibilidad de interacción entre naciones y culturas diferentes.
¿Cómo suena la electrónica latina?
Actualmente los géneros más escuchados siguen respondiendo a la tendencia mundial, con géneros como el EDM, tech house, techno, entre otros, y el espacio que ocupan ciertos artistas latinoamericanos se tiende a catalogar como “música del mundo” – por ejemplo – cuando en realidad debiera llamarse “cumbia electrónica” o “afrocolombiano”. Comenzar a hablar de estos géneros da la posibilidad de entender la procedencia e influencias de proyectos que, si bien podrían incluirse dentro del concepto de “música del mundo”, son, al mismo tiempo, completamente diferentes en su forma y ritmo, incluso siendo de países vecinos. Al otorgar más información y detalle, estamos viendo realmente la identidad de cada artista. Cuando le damos visibilidad a esa identidad más exacta, estamos siendo fieles en la transmisión de su mensaje.
Algunas de las maneras en las que se intenta catalogar a la música electrónica latinoamericana, es como “música electrónica contemporánea” o ”música contemporánea latinoamericana”. Géneros que se transforman en una forma de hablar de la región y procedencia, más que de su música y ritmos.
Si indagamos más a fondo, veremos que estos términos son el resultado de géneros de música electrónica extranjeros, con la interacción de géneros propios latinos, generando mixturas como:
- Cumbia
1.1. Techno-cumbia (México)
1.2. Electrónica o Digital, cumbiatrónica, nueva cumbia, nu-cumbia (Argentina)
1.3. Cumbia sonidera (México) - Psicodélica, Chicha (Perú)
- Tropical Bass (Perú)
- Zouk Bass (Centroamérica – Eur)
- Moombahton (Puerto Rico)
- Soca Electro (Venezuela, Caribe)
- Tango Electrónico, Electro Tango, Techno Tango, Nuevo Tango (Argentina)
- Baile Funk, Funk Dance (Brasil)
- Electrónica Étnica Latinoamericana (Chile)
- Merengue Electrónico (República Dominicana)
- Merengue house, Mambo electrónico (República Dominicana – NY)
- Latin House (Latinos – US)
- Electro Latino (Centroamérica)
- Tribal House (Latinos – US)
- Tribal Guarachero (México)
- Tecnomerengue (Venezuela)
- Forró Electrónico (Brasil)
- Electronic Bossa Nova (Brasil-Eur)
- Funk Carioca (Brasil)
- Ritmo dos Fluxos – Ritmo de fluidos (Brasil)
- Electro Vallenato (Colombia)
- Neo Carrilera o Tecnocarrilera (Colombia)
- Latin Ambient, Latin Chill (Ecuador)
- Palenque – Afrocolombiano (Colombia)
- Neo Folklore Latino (Latam)
- Andean bass (Chile – Argentina)
- Electro Hop (Latinos – US)
- Salsa electrónica (Puerto Rico – Colombia)
Estos subgéneros no responden a una lógica de música electrónica solamente, pero se han transformado en variantes clave para darle la personalidad latina y esa estampa rítmica que tanto caracteriza a la región. Si bien son corrientes que vienen de géneros previos, el cambio se da cuando estos estilos comienzan a utilizar componentes electrónicos, llevándolos a nuevos lugares.
Es importante destacar que no todos los estilos latinos responden al ritmo y “sabor”. Es por la misma mixtura de culturas y sonidos que también encontramos géneros más vinculados al rito, al trance y la ceremonia, como la música sacra, études barrocos, huaynos, pasillos, danzantes, por nombrar algunos. Aquí es donde la cultura precolombina y pueblos originarios toman un rol más protagonista, que da como resultado una musicalidad llena de profundidad y espiritualidad, la cual no es dada necesariamente por el ritmo.
Hoy por hoy vemos cómo esta mezcla de estilos ya cruza fronteras, no solo hablando de artistas con presencia mundial (Dengue Dengue Dengue), sino también de nuevos artistas de origen no latino, que incursionan en los mismos subgéneros: en Holanda está Umoja, y Sonido del Príncipe, en Dinamarca Copia Doble Systema, desde Australia podemos escuchar Cumbia Cosmonauts, y en Nueva York, Que Bajo?!, por nombrar algunos ejemplos.
Estereotipos vs autenticidad
Si pudiéramos recomendar dónde buscar estos ejemplos y decir dónde se encuentran los artistas y géneros incipientes, tendríamos que hablar automáticamente del underground, como un lugar de encuentro de escenas, de estilos y personas, donde se prueba libremente y se deja actuar a la creatividad y al trabajo en equipo. Lamentablemente, muchas veces esta escena funciona desde la autogestión, por un sistema precario y no necesariamente como opción, sino como la única salida que encuentran los proyectos para mostrarse al mundo. Para comprender esto, es necesario eliminar del imaginario colectivo la imagen del underground glamoroso de los ‘90, ya que hoy en día la escena mundial está mucho más profesionalizada y genera oportunidades laborales de alta calidad y beneficios. De esta manera, el underground toma un lugar por debajo de la línea comercial y masiva, pero que responde a necesidades, gustos y necesidad de otro tipo de encuentros. Paradójicamente, dado todo lo anterior, es en estos mismos lugares, donde muchos sellos y artistas reconocidos buscan inspiraciones, colaboradores y conectar con nueva música o su propio estilo, ya que de lo contrario puede dar como resultado una producción en serie y no mucha diferenciación.
A modo de conclusión, si bien reconocemos la importancia de la representatividad mediática para grupos minoritarios, en este caso la música electrónica latinoamericana, también observamos la dificultad que esto trae en términos de comprender qué es la música y sonido latinoamericano. La diversidad de la región es de donde surge su riqueza cultural, y el aporte infinito que puede entregar a la escena electrónica global.
Creemos que para poder hacer realmente un aporte en términos de aumentar la representatividad, el primer paso es desistir los intentos de definir de forma estereotipada un subgénero latinoamericano y comenzar por dar vitrina tanto a artistas con proyectos auténticos definidos por ellos, como comprender los orígenes culturales de la música de la región, que invitan a alcanzar experiencias nuevas dentro de la música electrónica.
Nuestra propuesta, entonces, es registrar y dar a conocer los relatos y las personas detrás de los proyectos, para romper nociones preconcebidas y dar reconocimiento, junto con educar y enriquecer la escena global. Esto, al mismo tiempo, aportará a ofrecer alternativas al underground en latinoamerica, profesionalizando y apoyando al sistema para que el underground siga siendo un lugar de encuentro y creatividad especial, pero al que se llega por elección, no como última alternativa.
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Bibliografía:
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- Shaw, Adrienne, “Identity, Identification, and Media Representation in Video Game Play: An audience reception study” (2010). Publicly Accessible Penn Dissertations. 286. https://repository.upenn.edu/edissertations/286
- Caswell, M., Migoni A., Geraci, N, & Cifor, M. (2017) ‘To Be Able to Imagine Otherwise’: community archives and the importance of representation, Archives and Records, 38:1, 5-26, DOI: 10.1080/23257962.2016.1260445