Paulina Sotomayor es la DJ y productora mexicana detrás del proyecto Pahua, palabra en Náhuatl que significa fruto dulce o aguacate. La artista que acaba de ser nombrada artista EQUAL del mes de Spotify Mexico nos cuenta sobre su historia, la influencia de los pueblos originarios en su música, la importancia del ritmo y la percusión, la conexión con lo femenino y la naturaleza. Además, hablamos sobre su último lanzamiento: Caña Brava.
Cuéntanos de tus orígenes en la música
Comencé en la música desde muy pequeña. A los seis comencé a cantar en un Mariachi y eso me abrió un panorama bien distinto. Nunca imaginé dedicarme a la música más regional, pero por alguna extraña razón me empezó a encantar y eso me hizo encontrar una esencia muy bolerística y también entender que existe todo un universo de música que no es necesariamente en español, sino en lenguas de pueblos originarios en México. Yo cantaba en esas lenguas y era extraño, porque no entendía lo que estaba cantando, pero lo traducía y era muy bello, son poemas que hablan de la naturaleza, de la relación que existe entre lo humano, y los ríos, y los animales.
Cantaba en iglesias, en bodas, en parques, lo que querían era promover la cultura y que la gente tuviese acceso a estas lenguas, ya que eran difíciles de conservar. Ahorita se está encontrando ese boom de tener esa conservación, creo que son como 70 lenguas las que existen en México, son muchísimas.
¿Cómo pasaste de cantar en esos coros a experimentar con instrumentos y luego con la electrónica?
A los 15 años, me comencé a desarrollar un poco más con los instrumentos, empecé a tocar percusiones y ahí me introduje en lo rítmico, que ayuda a entender la expresión corporal y todo este mundo de las cadencias, me encantó. Primero toqué el Yembé, luego unas congas, luego tambores de distintas regiones, por ejemplo: de Cuba, Puerto Rico, Venezuela, me vino una fascinación por las percusiones… Lo que hice fue adaptar eso a la música, en un momento hice bancos de percusiones que me gustaban, sonidos más de curanderos y santeros.
¿Cómo fuiste mezclando lo electrónico con el folclore?
Lo que hacía era, por ejemplo, grabar un cajón y luego adaptarlo a algo relacionado con el folclor, adaptándolo al pop. Siempre he tenido esa esencia. Gracias a todo eso he logrado hacer Pahua ahora, que es un proyecto que nació en la pandemia. Antes tenía otro proyecto musical, con mi hermano, que se llamaba Sotomayor. Era más neocumbia con un poquito de afro y folclore, pero el sonido electrónico siempre está ahí presente.
Recientemente estuve en un proyecto bien padre, que hizo Apple, llamado Arrullos Mexicanos Vol. 1, que se trataba de encontrar instrumentaciones que definieran a tu país y con eso hacer música como “lullabies” (canciones de cuna) para bebés, entonces yo hice canciones que tenían, por ejemplo, jarana, que es el sonido del son jarocho, muchos sonidos que vienen desde lo prehispánico, de lo Maya y adaptado a cantarlo todo en náhuatl. Entonces hice una canción de cuna y escuchándolo completo era bastante padre que fuera música para bebés, porque era música muy folclórica y no necesariamente para dormir.
Cuéntanos más de Sotomayor y cómo fue el camino para profesionalizarte en la música
Yo estaba estudiando animación digital, quería dedicarme a ilustrar, porque mi mamá era súper buena pintora y tenía eso en mi ADN, pero en algún momento dentro de la carrera sentí el llamado. Un día me encontré con un maestro que me hizo clases de música y me preguntó por qué no estaba estudiando música si era muy buena… eso me lavó la cabeza y llegué decirle a mi mamá. Solo me faltaba un año y fue la mejor decisión, siento que ahorita no sé hacer otra cosa mejor que la música, no me veo dedicándome a otra cosa. En el momento no lo puedes ver tanto, es un poco volver a empezar, pero fue bueno, veo a mis papás que me van a ver tocar de repente y los veo súper felices, ellos mismos saben que tomé una buena decisión y qué mejor que seguir tu instinto.
Estuve alrededor de ocho años con Sotomayor. Me di cuenta que el proyecto iba en serio por la gente: me reconocían y conversaba con personas y les gustaba. Era algo un poco más underground, no había tantos proyectos que se dedicaran a la cumbia, fue un buen momento para salir con música tropical caribeña y con música electrónica. Fue unos años después del boom de Bomba Estéreo, que tiene esa misma raíz, esa inspiración y ayudó mucho que en México sonara esa música, cambió el rubro. Acá (México) todo es muy pop y rock y esto era súper chido, fresco y para bailar. La primera vez que fui a España sentí que a la gente le encantaba el proyecto y lo mismo pasó en Francia, en Alemania y ahí entendí que la música de Sotomayor era muy internacional.
Decías que Pahua comenzó durante la pandemia…
Sí, comencé este proyecto para seguir haciendo música, en la pandemia ya casi no estaba viendo a mi hermano y eso te empieza a afectar, porque no sabes qué va a pasar con el proyecto. Teníamos un disco nuevo y se lo llevó el viento… habíamos hecho un álbum con Eduardo Cabra, de Calle 13, a finales de 2019 y justo cuando íbamos a tener la presentación llegó marzo y se lo llevó la pandemia. La gente no se enteró que el disco salió. Yo lo comento desde lo personal, pero me imagino que los dos sentimos un súper bajón y ahí empecé a hacer música y eso catapultó que hiciera algo sola. Lo mismo pasó con él y eso te enseña a saber que puedes tener el control de un nuevo sistema.
Ahora llevo dos años con Pahua, va súper rápido, a pesar de que salió en pandemia, eso me ayudó a pensar qué quería sacar. El año pasado saqué un disco que se llama Amuleto y tiene a 11 colaboradores de Latinoamérica, fue una gran experiencia, porque tratar de planear un disco con 11 personas de distintos países y ver cómo podemos coordinarnos es todo un desafío. Estoy súper contenta con el resultado, es un discazo y lo estoy haciendo en Vinyl. Es como mi bebé, estoy súper feliz.
¿Cómo fue hacer un disco con tantas personas a distancia?
Justo antes de empezar ese disco hice un pequeño EP que se llama La Cura, me encantó el proceso porque con la pandemia tenías que arreglarte de qué manera grababas y producías. Hice unas canciones y se las compartí a distintos artistas, uno de ellos fue a Gizmo Varillas , con él hice todo a través de Zoom, lo podíamos hacer en el tiempo real e incluso había pluggins para hacer que la latencia fuera mínima. Entonces fue perfecto hacerlo así, también trabajé con otra artista que se llama La Dame Blanche, ella es cubana y está increíble su proyecto. A partir de eso me dije: claro que puedo hacer un disco completo de esta manera, con colaboradores de distintas partes y si no puedo viajar y grabarlo, o que vengan a México.
Así fue el proceso, partíamos por mails y después veíamos cómo juntarnos. A México vienen un montón de artistas, entonces tomé eso como pretexto y vinieron algunos acá a grabar, por ejemplo, El Individuo, que es cubano, las chicas de La Perla que son de Colombia, Paz Court, que es de Chile, a Fernando Milagros también lo grabe acá y pues eso me ayudó un montón, ahora siento que son mis amigos. Encontrar ese vínculo a nivel artístico y a nivel de amistad, saber que cuentas con ellos para cualquier cosa y que cuando vayas a sus países puedes hacer shows en conjunto o lo que sea, es padre. Siento que la conexión que te genera la música es bien profunda. El disco lo produje con un súper amigazo que se llama Barzo de Costa Rica y no nos conocíamos para nada a nivel presencial. La primera vez que hablamos fue por Instagram e hicimos una canción juntos y me encantó, ahí le dije hagamos un disco juntos y, mientras hacíamos el disco, después fui a tocar a Londres y en ese show lo conocí, luego fui a Colombia y lo volví a ver. Siento que esa es la verdadera experiencia que me ha dejado la música, es un poco el pretexto de vamos a crear, pero en realidad estoy haciendo amigos.
¿Ha sido diferente la experiencia de enfrentarse a un proyecto sola?
Claro, tener un proyecto musical es súper complejo, tienes que invertir un montón de energía y dinero y tienes que trabajar todo el tiempo, necesitas sobre estimular muchas cosas. Pahua ha sido todo un reto y me está enseñando muchísimo. También sentía que yo no estaba explotando tanto a nivel femenino con Sotomayor, aunque amo ese proyecto y es lo que me ha llevado a estar dentro de la industria musical. Siento que ahora está súper a flor de piel y me ha ayudado a conectar conmigo y mi intimidad y con cosas que no estaba realmente entendiendo. La pandemia nos enseñó a todos sobre el tiempo, estar en contacto contigo, hablar más del amor propio y entender qué es amarse y dónde va el arte, hacia dónde se dirige, es bueno identificarse.
¿En qué sentido has podido conectar con lo femenino?
Me pasaba con Sotomayor que me fijaba más en hacer letras que conectaran de manera muy general con la gente, hablaba mucho de la naturaleza, pero cosas que fueran muy digeribles. Ahora estoy hablando desde un nivel mucho más poético, que es lo mismo que me pasaba de chavita, encuentro la nostalgia de las cosas, de cómo quiero describir ciertas sensaciones del amor a través de analogías con la naturaleza. Eso ha sido el mejor ejercicio, encuentras una manera muy distinta de transmitir el mensaje. En algún momento me pasó que no quería hablar de esa rola del amor, porque todo el mundo lo hace y de repente me di cuenta que sí lo quería hacer, pero en otro sentido. Eso es lo que trato de hacer en Pahua y lo he encontrado súper lindo, leo las letras y me gusta cómo suenan y la manera en que están estructuradas y cómo a través de esas analogías la gente se puede identificar. Me he dado cuenta que la gente sí se fija en la letra, no solo en el ritmo.
Eso se puede ver reflejado quizás en tu último lanzamiento Caña Brava, que además salió el día del 8M…
Hicimos esta canción justo pensando en la mujer poderosa, en la que sabe llevar las riendas de todo y que también se sabe divertir y disfrutar de ese proceso. El nombre de Caña Brava viene de ser una mujer cabrona, la última frase del disco habla de eso, de la liberación femenina; si yo me quiero vestir de cierta forma o me quiero sacar una foto desnuda pues a ti qué te importa. Es mi liberación y yo quiero hacer las cosas así, aunque la sociedad me diga que está mal. Siento que eso es lo que está sucediendo con el tema del 8M, de estar desarrollándonos más en carreras que no necesariamente eran tan femeninas, creo que es nuestra nueva revolución.
¿Qué le dirías a las artistas que están empezando su carrera?
Que hay una cantidad de información afuera ahorita que pueden encontrar, en cuanto a herramientas, que es fabuloso. Cuando yo comencé no teníamos eso, tenías que ir a una escuela o comprar un curso de un amigo y saber bien cómo funcionaba la industria. Te tardabas mucho tiempo en saber cómo llegar a las regalías, ahora estás a un clic de todo, entonces tienen todo a su disposición para aprender a hacer las cosas bien desde el principio. Que sepan cómo funciona la industria, a nivel de colaboradores, dónde meter la música. Está padrísimo, siento que es muy raro cómo todo se ha adaptado para que podamos ser cada vez más sustentables en ese sentido.
¿Cómo crees que ha sido la recepción de Pahua?
En México hay público para todo y Pahua tiene muchos sonidos, cumbia, folclor, etc., eso ayuda a que se pueda diversificar y que no entre ni en una u otra categoría. Se puede encajar en el mundo tropical caribeño electrónico, eso me ha ayudado a que se sienta genuino. Eso es lo que llama la atención y me ha ayudado a desarrollarlo aquí y en otros países, se sale un poco de lo que ya conocemos.
Pienso que otras personas que he conocido que están haciendo la misma música no son mexicanos, pero están acá, entonces he podido colaborar y ver qué podemos encontrar en común, me encanta el proceso de trabajar con otros artistas.
¿Cómo describirías tu sonido o cómo crees que las personas lo reconocen?
Está súper difícil ponerlo en una sola palabra, pero un concepto que me gusta es la tropidelia, porque estás utilizando muchas cosas, también puede ser fusión de folclor, que es algo que no quiero dejar de lado, creo que es la columna vertebral de todo. Lo intento adaptar, ya sea si tiene ritmos de cumbia o súper electrónicos. También me gusta conocer distintas regiones, ahorita hice una canción con unas chicas de Colombia e intenté encontrar cuál era la raíz del folclor del pacífico, tocan unas gaitas que suenan hermosas, entonces ese es el componente de folclor que tiene la canción, pero en realidad es un bullerengue house.
¿Crees que a través del folclor conectas con el público? ¿Cómo lo haces para entrar en sintonía?
Me he dado cuenta que a través del trance, la música y las percusiones la gente logra expandirse un montón a nivel corporal. Ahora estuve en Costa Rica, en un festival que es muy grande, como el Burning Man, pero mucho más llevado a lo espiritual, y me di cuenta que la columna vertebral de todo era el ritmo, los tambores, el cuero, las maderas.
Yo tomé clases de expresión corporal porque era algo que tenía un poco separado del tema artístico. Cuando empecé a cantar con mi proyecto me costaba trabajo desenvolverme, el escenario es bien grande y te come un poco, pero siento que está bueno arriesgarse y encontrarse en ese punto de acercarte a la gente y sentirte libre. Es difícil, tomé clases para encontrar esa energía de lo que yo quería expresar en el escenario y unirme a ella, no sabía porque la tenía tan desapegada, creo que es porque soy introvertida, ahora ya no me cuesta tanto, lo disfruto mucho.
¿Crees que en otras partes del mundo la gente también conecta con tu propuesta?
La música es lo que me ha llevado a conocer el mundo, es padre que sea a través del arte, porque es una manera de comunicarse que no requiere tener el mismo lenguaje. Eso es divino, estar cantando en español y que haya gente que no te entiende, pero lo disfruta y conecta más bien con la esencia de la música, eso es lo bello.
Cuéntanos sobre tu último Mixtape, ‘Afro Love’
Este mixtape está inspirado en ritmos afro que se fusionan entre el Techno y el afro house. Yo llevo en mi sangre el sonido de la música africana. He crecido escuchando a artistas como Louie Vega y Gregor Salto hasta música más actual como Daniel Haaksman y Jose Marquéz y es la música que fluye en mi para conectar con el cuerpo y el espíritu.
¿Qué está escuchando Pahua y en qué estás trabajando actualmente?
Estoy escuchando un montón de música, pero hace poquito encontré una chica que, creo que es de Galicia, se llama Queralt Lahoz y está increíble, el nuevo disco de Mitu, que son colombianos, está increíble, tienen sonidos súper del pacífico, también estoy escuchando La Rosa que es un proyecto de Perú que toca cumbia muy psicodélica.
Hace unos años tuve la rutina de hacer música todos los días y eso te ayuda un montón a conectar con lo que quieres, pero es imposible mantenerla ahorita, tengo tantos shows que es muy difícil y si puedo hacerlo, bueno increíble, pero sino, no tengo que frustrarme. El sistema ahorita, como se está manejando todo a nivel digital, o lo tomas de la mano o te lleva el viento. Estoy tratando de fluir con todo, hace poco comencé un proyecto que se llama Musas Latinas, que lo tengo en TikTok, para hablar de mujeres latinoamericanas que son inspiración de proyectos actuales, como Celia Cruz o Totó La Momposina. Intento hablar primero de un proyecto de raíz y luego hablar de un proyecto que es un poco más actual, pero que tienen distinto tonos y colores de esos proyectos. Está padre, pero es de mucha investigación y de buscar artistas que estén en ese mismo proceso. Cuando tengo tiempo, y voy en un avión o algo así, hago Lo-fi, tengo un proyecto ahora que se llama Río Nilo y está padrísimo porque eso se maneja solito y me encanta que de repente se vea en playlists.
Los quiero invitar a que escuchen ahorita un disco que le puse el nombre pensando en cómo nos habitamos, en cómo hacemos que nuestro universo esté de mejor forma y lo vamos alimentando poco a poco. Por eso hablo de el hábito, siento que eso nos ayuda a entender mucho más de nuestros procesos personales.